31 diciembre 2010

Gripe

Lo triste no está en ver que todo se aleja, no sé en qué parte surge todavía. La tristeza no se apodera de mí al instante. Viene en pequeñas oleadas como un mar intranquilo y se marcha tan rápido como viene. Mi sueño es ligero, desde hace dos semanas la ojeras me crecen geométricamente. Estoy enfermo. Listo para morir o seguir acorralado con una gripe marcada en mi cara. Buscando pastillas encontré una foto tuya. Aparecés con tus ojos de no sé qué color, porque te cambian durante todo el día. Andás la barba que siempre me ha gustado. La camisa celeste combina con la mía. Yo también salgo en la foto. Abrazados. Miramos directo a la cámara. Creo que la gripe está empeorando. Nada sirve. Recuerdo que estábamos solos y pusimos la cámara en timer. La tos me mata y nuestra foto no sirve tampoco. Ya viene, siento que la espuma me recorre. La sal se junta en mis ojos. Un estornudo. No, pero casi. Son oleadas, es espuma. Creo que sos vos.

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