10 diciembre 2008

Cerámica (fragmento)

Nariz pequeña y chata, ojos grandes con rímel barato, argollas de fantasía, lunar en el cuello, labial rojo y pestañas postizas. Vestido verde, tacones altos, cartera pequeña, dientes amarillos, cabello rubio, boca grande, piernas perfectas y tetas falsas. Se llamaba Carlos y se dirigía a su casa después de la primer jornada.

Abrió el cajón y lo reconoció enseguida. Lo había encontrado en una iglesia, después de hincarse para un padre, no exactamente para rezarle a un dios. Era de cerámica y parecía una reliquia de familia. Ahí estaba, callado, desnudo y con una tenue capa de polvo encima. Con el cabello en los hombros, las piernas relajadas, la mirada cerrada y una piel inmaculada se asemejaba a todo, menos a un crucifijo. Lo cogió y contempló en detalle. No sangraba de las manos, ni de los pies. No lo coronaban espinas. Carlos no era santo, ni quería serlo. A pesar de eso, se parecía al crucifijo. Los dos torsos intactos terminaban en cinturas acentuadas. Él la pronunciaba más cuando usaba corsés. Tenían manos pequeñas y delicadas. Además, ocultaban el dolor de los clavos. Para Carlos el primero, un desamor; el segundo, el auto rechazo; y el tercero, el más profundo, el de su madre. Tampoco guardaban cicatrices de caídas o latigazos. Sin embargo, Carlos sufría, él no era de cerámica.

Después de tres tragos y cuatro boleros, con traje de cuero, medias oscuras, botas altas, cabello negro, condones en la cartera y con el crucifijo al cuello comenzó la segunda jornada, la segunda crucifixión.

09 diciembre 2008

Una plática normal

Sí, lo admito, estoy obsesionado, pero de eso vos tenés la culpa y, claro, mis torpes ilusiones. No es que me quiera excusar, pero las ilusiones vos me las plantaste. Yo no tenía voluntad para volverme a enamorar, pero no decido de quién enamorarme, nadie decide de quién enamorarse. Además, omitiendo muchas cosas que no me gustan, sos lindo, aunque muchos no lo crean posible. No me importa. No ven detrás de tus cejas espesas, o de tus espinillas, o de tus grandes orejas, o de tu nariz deforme (pero graciosa en lo deforme), tampoco miran con detenimiento tu sonrisa, tu intento de sonrisa. En fin, no ven lo que yo veo.

Mirá, si te incomodo, perdón, pero estoy desahogándome. Te quiero y vos no me querés. Ahora, ya solo me queda la imaginación, que tanto me ha ayudado en las noches y, especialmente, cuando el calor arde en la ropa interior. Ve, soy humano. Soy adolescente, o sea, mi mano diestra trabaja mucho y, a veces, muy raras veces, mi otra mano también. Como escuché en algún lugar, no sé dónde: “cuando lo haces con la otra mano, parece que un extraño te estuviera tocando”. No es cierto. Es demasiado cierto. Incluso me asusté cuando lo escuché.

No creo que hayás llegado hasta este párrafo, pero si lo hiciste: gracias. No muchos me soportan. Son escasos mis amigos. Vos ya sabés. Con todo eso de las redes sociales en internet, en “la internet” como diría Julián Gonzalez (con dos zetas), el contacto humano se está perdiendo. Ya no se ponen de acuerdo para salir un domingo a una fiesta, ahora se crea un “evento” y tenés que confirmar tu asistencia. ¡Qué asco! Yo todavía soy de los que prefieren una plática cara a cara. El chat es insensible y serio. Sin embargo, he hablado más por “msn” que cara a cara en lo que llevo de vivo, ironía o estupidez, quizás las dos, vos elegí.

No, no puedo decirte que te amo por chat. Solo un idiota lo haría. Ni siquiera por una carta. Los niños de hoy no conocen el romance. Una “k” entre paréntesis significa para ellos más que un beso lanzado al aire o un abrazo, ¿quién lanza un beso al aire ahora? Bueno, no me importan sus vidas, solo me importás vos, después de mí; pero lo importante es que me importás (más que otra persona que no sea yo).

¿Tenés que cenar? Sí, “a huevo”. Dame una mejor paja. – Bueno, salú pues. Nos vemos mañana.

Puta, ¿por qué tiene que sonar tu canción –la canción que me explicaste- precisamente ahorita? Mejor apago la “compu”. Debe ser una señal para que la apague y te olvide para siempre… no, mejor no. Tu amigo sigue conectado y va a pensar que solo me conecto mientras vos estás conectado. “–Puya- va a decir- no se le nota la urgencia-”. Y Dios quiera que se enteren ¡Qué cólera! No puedo desconectarme mientras estás adentro porque vas a pensar que no me importás. Y, ahora, no puedo desconectarme porque tu amigo va a notar que él no me importa ni un carajo. Bueno, eso me tiene sin cuidado.

Ahorita voy a salirme. Espera, vaya, volviste a entrar, al menos te apuraste en comer; pero no tengo nada de qué hablar. Parecerá acoso si te saludo, porque yo fui quién empezó la vez pasada. Mejor me desconecto. ¿Y, ahora, qué querés? Cuando quiero que no me hablés: ¡Me hablás!, o sea, ¿quién te entiende? ¿Qué? Yo no fui a la casa de El Ruso ayer. ¿De qué hablás? ¿Cómo te atrevés? O sea, ni me hablás y me confundís con otra persona. Te pasás. Hoy sí me desconecto, ya me tenés hasta aquí. Bueno, ¿cómo me voy a enojar con vos? Tenés unos ojos que puya, para qué decir cómo son tus ojos si puedo verlos en el “facebook”. Además, ni vas a enterarte de que te vi. No hay historial de visitas de perfil. ¡Una gran onda¡ Por algo es mejor que el “hi5”.

05 diciembre 2008

No necesito argumentar, pero lo haré


Hago este blog porque ya me cansé de escribir en bloc de notas, como me dijo Chepe. Además, por ver tanta porno, la computadora se me puede arruinar y muchas cosas se me pueden perder. Muchos pensarán que puedo guardarlas en alguna memoria o mandármelas al correo , pero no quiero hacerlo.

PD. No argumenté XD