23 abril 2010

A la espera

Ahora, después de veinticuatro horas desde la última llamada teléfonica he vuelto a escuchar la segunda canción que te dediqué, por pura casualidad. Estaba en la casa de una amiga. Estábamos en lo mejor de una charla cuando la oí. Me detuve y mis ojos parecían tambalearse con las notas. Mercedes sabe dónde tocarme para quebrarme. Pensé que no podía tener esa canción nadie. Salí corriendo de la casa. Cuando me subí al bus la iba cantando. Cuando me bajé también la cantaba. Llegué a la casa y lo primero que hice fue oirla más de cuarenta veces. Esa canción te convoca en mi cuerpo.

Hay cosas en las que podemos mejorar. Ayer, cuando estaba pensando en vos, llegué a la conclusión de que te quiero más de lo que imagino. Te quiero. Sin embargo, quiero llegar a quererte de una mejor manera. Quiero que sepás que hay cariño, que hay romance, que hay esperanzas, ilusiones y tristezas que no son malas. Quiero verte feliz, quiero hacerte feliz. Quiero convertirte en libélula, ronronearte la espalda, hundirme en tu barba. Comerte los ojos y quemarte la piel con mis dedos. Hacerte olvidar. Hoy tengo ganas de comer nuégados en miel de dulce de atado. Hoy quiero comer torrejas. Dejame invitarte. Podemos ir al café que te gusta. Luego, podemos ver una película y, si me das permiso, podemos besarnos.

Hoy nos vimos. Llevabas una camisa roja que me gusta...Nunca la has usado conmigo. Solo en fotos te la he visto. Ojalá el 29 sea un comienzo y usés una camisa roja.

Anisoptero, yo puedo esperar.

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