22 abril 2010

Luego de una llamada telefónica

Colgué y sentí más pesada la cara. Acerca de las últimas palabras no tengo mucho que decir. Fuiste directo. No te podía pedir más, para qué darme explicaciones si los dos sabemos todo lo que ha pasado. Además, creo que, al final, en parte, fue una de las mejores cosas que pudimos haber hecho. Para qué seguir ladrándonos, para qué seguir enojándonos. No era algo sano. Y, después de todo, te quiero en mi alcoba azul. Te quiero con cicatrices, sin ellas. De todas las formas posibles pero te quiero. Talvez, un poco más con barba, pero te sigo queriendo. No está de más decirte que te confundo con las libélulas. Tampoco que cada vez que veo un gato pienso en tus ojos. No sé cómo le haré con las dos gatas que tengo. No puedo evitarlas siempre. Tengo que verlas para darles de comer. Sabés, también te asocio con libros, canciones, sensaciones, palabras, colores, hora, comidas, películas, programas, silencios, gritos. No puedo huir. No puedo encerrarme en mi cuarto. Además, tengo todas tus fotos acá y solo pasaría viéndolas. No puedo dejar de pensar en vos. En vos. Para variar ya casi es 28 de abril. No conozco una canción exacta para este post. No sé si me gustaría conocer una. Snow Patrol se acerca mucho.

No hay comentarios: